sábado, 29 de octubre de 2011

Debemos entender nuestro llamamiento

Me gusta usar la palabra creyente cuando hablo de los hijos de Dios, ya que ella se refiere específicamente a quienes han creído en Jesucristo como Salvador. Es una población mucho más pequeña que aquellos que se autodenominan cristianos. ¿Pero sabía usted que aun menor es el número de quienes pueden ser llamados legítimamente "seguidores"? éstos son aquellos que obedecen con pasión la voluntad de Cristo en todas las cosas.
¿Es usted un creyente o un seguidor? Confiar en Jesucristo es fundamental, pero es solo el primer paso de la fe. Nuestro objetivo primordial es hacer el largo viaje de la vida siguiendo las pisadas del Señor, honrándole con nuestras acciones y palabras, y creciendo siempre en sabiduría.
La vida de un seguidor está resumida en la frase obediencia total. De hecho, el Señor define como cristianos verdaderos a quienes demuestran su amor por él guardando su Palabra (Jn 14.23). Cuando se trata de obedecer a Dios, hay en realidad solo dos respuestas: "Sí" o "No". Es tentador decir: "Sí, pero…" como hicieron algunos discípulos potenciales del Señor Jesús, pero esa es una manera indirecta de decir no (Lc 9.59). Los seguidores verdaderos siguen siendo fieles al plan del Señor, ya sea fácil o difícil. Y además, lo proclaman tanto en la bendición como en la calamidad, y van incluso a donde él los esté llevando.
Los seguidores verdaderos buscan al Señor, porque saben que la recompensa es una relación más estrecha con él. No esperan únicamente pasar la eternidad con Dios, sino que entienden que la eternidad comienza cuando lo acompañan en la senda recta que él ha puesto delante de ellos.

viernes, 28 de octubre de 2011

Pongamos la mano en el arado


Muy pocas personas aprecian el uso que hizo el Señor Jesús del arado como ejemplo de una vida dedicada a Dios. El arado antiguo, muy parecido en su forma a la versión de siglos más recientes, era una sola hoja de madera unida a dos asas. Un mulo hacía la mayor parte del trabajo de tirar hacia adelante el aparejo, pero el agricultor lo sujetaba para dirigir la trayectoria de la hoja.
Probé un arado antiguo una vez y descubrí que su uso no era tarea fácil. El sencillo aparejo brincaba y se sacudía con fuerza debajo de mis manos mientras lo hundía en el terreno. Solo había una manera de hacer una línea recta, y era concentrarse en el trabajo y mantener fija la mirada hacia adelante cada segundo.
Cuando una persona confía en Jesucristo como su Salvador, "pone la mano en el arado". La idea es que debemos seguir al Señor con obediencia total, manteniendo siempre nuestra mirada en él. Así es como tenemos una cosecha de fe. Muchas veces, los creyentes desanimados hacen una línea torcida, porque están mirando por encima del hombro para lamentarse por el pasado, o para ver qué placeres les esperan. El campo de su fe parece un desastre desorganizado. Además, la distracción los hace aflojar el paso, y como resultado su crecimiento espiritual se vuelve muy lento, si es que acaso llegan a madurar.
Renuncie a todo lo que distraiga su atención del Señor. Los creyentes que se concentran en los errores del pasado y en las distracciones del presente, no llegan a ninguna parte; no tiene paz ni gozo, y sus oraciones no son contestadas. Siga al Señor con fervor, y él le producirá mucho fruto espiritual.

Charles Stanley

martes, 25 de octubre de 2011

CUANDO EL DOLOR NOS LLEGA

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz.  En el mundo tendréis aflicción;  pero confiad,  yo he vencido al mundo.”(Juan 16:33)
Hablar del dolor en la Iglesia Cristiana se ha convertido en un tema tabú. Al no ser un tema que “vende” el cristianismo, nos hemos dedicado a hablar del Dios bendecidor que todo nos da, que abre las puertas de los cielos para nosotros y que solo las cosas buenas nos seguirán. Incluso se ha llegado a decir que si algo nos pasa que sea malo debemos reprender al enemigo, o declarar que eso no me tocara, u ordenarle al espíritu que trae la maldad que se vaya.
La pena más grande que yo siento es cuando la gente se va de las iglesias defraudadas, porque algo malo les pasó y no estaban preparados, de hecho, pensaron que al volverse cristianos, habían comprado una especie de “póliza de vida feliz”, y que Dios se ocuparía de darle una vida de felicidad terrenal mientras permanezca cercano a la iglesia a la que asiste, y sea fiel con sus diezmos.
No vemos prédicas sobre Jn.16:33 donde dice, “En el mundo tendréis aflicción” y donde se nos diga que hacer en los momentos en que ésta llega como la muerte inesperada de un padre, hijo, o la quiebra repentina, o la enfermedad terminal de un ser querido.
No, lo que observamos es prédicas de un mundo de felicidad total, de pactos para mejorar mi situación económica, de ángeles haciendo coro mientras se graba un disco cristiano, de oro cayendo del cielo, y muchos otras cosas que nada tienen que ver con una realidad incontrastable: En este mundo todos vamos a sufrir en algún momento y Dios no nos ha prometido evitar que nos suceda.
Para probarlo bastaría la cruz. Hay alguna realidad más contrastante con esta “teología” que el ver a nuestro Señor caminar hacia ella, mientras lo único que pensaba era como este momento de dolor terminaría glorificando el nombre de Dios. ¿Estaba acaso Cristo pensando en que solo tenía 33 años y una vida por delante?, o tenía claro que el propósito de su vida era que esta reflejara la gloria de Dios Padre y por tanto haría lo que fuera necesario para llegar a esa meta.
La pregunta de hoy debe ser ¿Cuánto mide tu Dios?, y es que a veces este Dios al que decimos servir realmente lo que parece es que nosotros le ordenamos o le demandamos. Claro está, no lo decimos así, sino que decimos “declara bendición sobre tu vida” o cosas de ese estilo, que en realidad lo que dicen es “Señor estemos claros, yo sé lo que es mejor para mi, y eso es vivir cómodo en esta Tierra, así que yo te digo lo que necesito y tú me lo das”.
El Dios del que nos habla la Biblia está interesado en lo que El quiere (que claro es lo mejor para nosotros) no en lo que yo pienso en mi limitado entendimiento que es lo mejor. El no siempre cambiará nuestras circunstancias, a veces callará de amor, pero siempre estará con nosotros.
El dolor es el megáfono que les dice a los demás mi real posición ante Dios. Deja ver si yo realmente creo en El y tengo paz en El mientras estoy en la aflicción, o si realmente en lo que creo es en mi propio bienestar y que solo creeré en El siempre y cuando eso sea lo mejor para mí y El me evite problemas y sufrimientos.
Me encanta las palabras del apóstol Pablo hablando de la cruz “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien,  siendo por naturaleza  Dios,  no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario,  se rebajó voluntariamente,  tomando la naturaleza  de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre,  se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte,  ¡y muerte de cruz! Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,  para gloria de Dios Padre. (Fil.2:5 al 11)
Mientras Cristo sufría la muerte mas tremenda su megáfono declaró que nunca dudó de la bondad de Dios Padre y que lo único que quería era dar gloria y honra a su nombre.
La próxima vez que suframos un dolor que va a decir nuestro megáfono “Señor, ¿por qué a mí?, ¿qué te he hecho para que me hagas esto?” o va a decir “Señor no entiendo lo que pasa, pero sé que me amas y que un gran bien saldrá de este dolor, porque eso es lo que me muestra la mayor tragedia de todas: la cruz del calvario”

La miopía espiritual


En Lucas 16, Jesús cuenta la historia de un hombre rico que vivió para sí mismo sin tomar en cuenta a Dios. Después de morir, experimentó la consecuencia de su decisión —su separación eterna del Señor.
Jesús lo describe como alguien que vivía rodeado de lujos (v. 19), proveyendo para sí lo mejor que el dinero podía comprar, pero dando poco al pobre que estaba a su puerta. Es importante entender que este hombre no fue juzgado severamente por Dios por su riqueza. él no se opone a nuestro éxito. Ni tampoco quedó separado del Señor por su falta de caridad hacia los demás. No hacía daño deliberadamente a otros, sino que no notaba a quienes padecían necesidades por estar concentrado solamente en sí mismo.
El error del hombre rico fue que hacía toda clase de provisión para su cuerpo, pero ninguna para su alma. Nuestra cultura practica un estilo de vida parecido. Adquirir riquezas materiales y la satisfacción propia, son la búsqueda principal de muchos en nuestro mundo. Lograr lo que uno quiere parece ser el objetivo, ya sea luchando para llegar a fin de mes, o teniendo la cuenta bancaria rebosante.
La Biblia dice que fuimos creados para relacionarnos con el Padre mediante la fe en su Hijo. El hombre rico ignoró a Dios y pagó el precio final. Nuestro destino eterno depende de la decisión que tomemos en cuanto a Cristo.
Quien acepta el regalo de la salvación de Cristo, vivirá eternamente con él en el cielo. Quienes rechacen a Dios sufrirán la eternidad separados de Dios. Si usted conoce a personas que son miopes espirituales, ore por ellas para que pongan su fe en Cristo.

sábado, 22 de octubre de 2011

Cómo manejar la tentación


El sentido común dicta que un aprendiz de piloto que vuela por primera vez en una tormenta, necesita ser muy prudente. Pero un piloto experimentado sabe que tiene que estar tan atento en su tormenta número cien como en la primera. A pesar de años de experiencia, todavía puede ser derribado si no actúa prudentemente.
La tentación se parece mucho a una tormenta inesperada que daña a quienes toma por sorpresa. Al igual que un buen piloto, el cristiano debe estar alerta a la aproximación de la tentación y preparado para evitarla. En esta vida, ninguno de nosotros llega a un nivel de madurez en el que las tentaciones pierden todo su poder.
Entender nuestras debilidades es una parte importante para estar preparados. ¿En qué aspectos es usted más vulnerable? Lo que comúnmente consideramos como "pecados grandes" —como el adulterio y el asesinato— no es lo que mete en apuros a la mayoría de la gente. Por lo general, son la multitud de "pecados pequeños" los que llevan a un gran problema.
La tentación es una invitación para llevar más allá de los límites dados por Dios, a cualquier deseo dado por él. Usted da un paso por encima de la línea, y pronto tiene el incentivo para dar otro. Y luego otro. A menos que usted cambie de rumbo rápidamente, podrá encontrarse alejado del Padre y abrumado por la culpa y la verguenza.
El problema de la tentación no puede ser ignorado. Identifique los aspectos en que usted es vulnerable, para que pueda preparar una defensa. Aprenda cuándo y cómo es más probable que se deje atraer, y busque siempre la ruta de escape que Dios prometió a quienes son tentados (1 Co 10.13).

viernes, 21 de octubre de 2011

¿Cómo debe lidiar un cristiano con los sentimientos de culpa, en cuanto a los pecados pasados, ya sean antes o después de la salvación?

Todos hemos pecado, y una de las consecuencias del pecado es la culpa. Podemos estar agradecidos por los sentimientos de culpa, porque éstos nos llevan a buscar el perdón. Al momento en que una persona se vuelve del pecado para poner su fe en Jesucristo, su pecado le es perdonado. El arrepentimiento es parte de la fe que conduce a la salvación (Mateo 3:2; 4:17; Hechos 3:19).

En Cristo, aún los pecados más viles son purificados (ver en 1 Corintios 6:9-11 la lista de hechos perversos que son perdonados). La salvación es por gracia, y la gracia perdona. Aún después de que una persona es salva, cometerá pecados. Cuando lo hace, Dios aún promete el perdón. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” (1 Juan 2:1).

La liberación del pecado, sin embargo, no siempre significa liberación de los sentimientos de culpa. Aún cuando nuestros pecados son perdonados, todavía los recordaremos. También, tenemos un enemigo espiritual llamado “el acusador de nuestros hermanos” en Apocalipsis 12:10, quien nos recuerda incesantemente nuestras fallas, faltas y pecados. Cuando un cristiano experimenta sentimientos de culpa, debe hacer lo siguiente:

1) Confesar todos los pecados conocidos y que no se hayan confesado. En algunos casos, los sentimientos de culpa son apropiados, porque la confesión es necesaria. Muchas veces, nos sentimos culpables ¡porque somos culpables! (Ver la descripción que hace David de la culpa y su solución en el Salmo 32:3-5).

2) Pedirle al Señor que le revele cualquier otro pecado que necesite ser confesado. Ten el valor de ser totalmente abierto y honesto ante el Señor. “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad.” (Salmo 139:23-24ª).

3) Confía en la promesa de Dios de que Él perdonará los pecados y quitará la culpa, basándose en la sangre de Cristo (1 Juan 1:9; Salmo 85:2; 86:5; Romanos 8:1).

4) En ocasiones, cuando surgen los sentimientos de culpa sobre pecados ya confesados y abandonados, rechaza tales sentimientos como una culpa falsa. El Señor ha sido fiel a Su promesa de perdonar. Lee y medita en el Salmo 103:8-12.

5) Pide al Señor que reprenda a Satanás, tu acusador, y ruégale que te restaure al gozo que procede de la libertad de la culpa.

El Salmo 32 es un estudio muy provechoso. Aunque David había pecado terriblemente, él encontró la libertad, tanto del pecado como de los sentimientos de culpa. Él lidió con la causa de la culpa, y la realidad del perdón. El Salmo 51 es otro buen pasaje para investigar. El énfasis aquí es la confesión del pecado, la manera en que David ruega a Dios con un corazón lleno de culpa y dolor. Los resultados son la restauración y el gozo.

Finalmente, si el pecado ha sido confesado, ha habido arrepentimiento, y ha sido perdonado; entonces es tiempo de dejarlo atrás. Recuerda que nosotros que hemos venido a Cristo, hemos sido hechos nuevas criaturas en Él. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17). Parte de las cosas “viejas” que “pasaron” es el recuerdo de pecados pasados y la culpa que produjeron. Tristemente, algunos cristianos son propensos a sumergirse en los recuerdos de sus pecaminosas vidas pasadas, memorias que debían estar muertas y enterradas desde hace mucho. Esto no tiene sentido y es contrario a la vida cristiana victoriosa que Dios quiere para nosotros. Un dicho sabio dice “Si Dios te ha salvado de una cloaca, no regreses a sumergirte y nadar en ella.”



www.GotQuestions.org

jueves, 20 de octubre de 2011

¿Obediencia o preferencia?


Todo creyente debe decidir si va a regirse por el principio de la obediencia, o a seguir sus preferencias. Cuando una persona se compromete a hacer la voluntad del Señor, filtra cada situación y decisión a través de la norma de: "Dios lo dijo, y por eso lo haré —y punto". Podrá quejarse, llorar, o tratar de argumentar. Pero al final será obediente al Señor, pase lo que pase.
Recuerdo la vez que fui invitado a tener una entrevista con una iglesia en la ciudad de Atlanta. Durante el viaje por carretera, le dije al Señor que yo no quería mudarme. Me quejé todo el camino, pero yo sabía que Atlanta sería mi nuevo hogar. No me gustaba la idea, pero la alternativa era inimaginable: hay pocas cosas más desagradables que vivir con la persistente ansiedad de haber desaprovechado algo bueno.
El Señor comprende totalmente nuestra necesidad de poner objeciones, gritar y pedirle fuerzas para hacer lo que él pide. Pero Hebreos 4.15 nos dice que tenemos un sumo sacerdote que puede compadecerse de nosotros. Jesús no estaba entusiasmado ni feliz por la cruz. Le afligía su futura separación del Padre. No obstante, se consagró a obedecer la voluntad de Dios (Mt 26.39). Nadie le quitó la vida a Cristo; él la entregó voluntariamente (Jn 10.18).
Nuestras vidas deben cumplir con el propósito de Dios. Muchas personas se pierden su plan maravilloso para ellas, porque deciden seguir sus propias preferencias. La obediencia es difícil, pero la lucha y el sacrificio valen la pena. Hay gozo y paz para el que vive de acuerdo con los preceptos de Dios.

Charles Stanley.

miércoles, 19 de octubre de 2011

La importancia de las relaciones positivas


El tema de las relaciones positivas está cercano a mi corazón, porque Dios me ha dado amigos muy buenos. Son las personas que me desafían a hacer más para el Señor. Mis amigos me aman, ¡pero sin duda no están contentos con que quede como estoy! Si detectan un pecado en mi vida o ven algo que podría hacer mejor, me lo dicen.
Pablo daba también una alta prioridad a las relaciones. El apóstol se rodeó de personas que podían ayudarlo a lograr dos cosas: el cumplimiento de la misión que Dios le había dado, y su conformidad a la imagen de Cristo. Mientras Pablo se derramaba en las vidas de otros, él también estaba siendo edificado y fortalecido por sus hermanos en la fe. Eso, en resumen, es el plan del Señor para cada uno de sus hijos.
¿Y usted? ¿Tiene ciertas relaciones que le motivan a buscar a Dios con más fervor? Es muy importante saber a quiénes permitimos que influyan en nuestras vidas. El Padre celestial prepara a sus otros hijos para invertirlos en usted, como hermanos suyos en la fe, para animarle, para que oren por usted, y para que lo estimulen a tener una fe más completa, de modo que esté preparado para dedicarse a servir a otros. Las buenas relaciones con personas que se edifican mutuamente puede ayudar a los creyentes a cumplir con el plan de Dios para sus vidas.
Las mejores relaciones surgen entre personas que se animan mutuamente en la fe, y por eso "[se estimulan unas otras] al amor y a las buenas obras" (He 10.24). En otras palabras, nuestros mejores amigos son los que nos aman a pesar de como somos, pero no dejan de retarnos a mejorar para el Señor.

lunes, 17 de octubre de 2011

Recordemos la bondad de Dios


Algunas personas tienen una capacidad asombrosa para recordar hechos o imágenes. Sin embargo, es muy común que las personas dejen de recordar la bondad del Señor para con ellas.
En vista de la tendencia humana a olvidar, los versículos de hoy ofrecen un buen ejemplo que debemos seguir. Dios había sacado a los israelitas de Egipto y transitado sin ningún riesgo a través del mar Rojo cuyas aguas fueron divididas. Ahora les daba de manera milagrosa otro camino seco, estancando las aguas del Jordán río arriba. El Señor sabía que el pueblo estaba a punto de entrar en Jericó, y que, por el poder de él, conquistarían la ciudad. ¡Qué misericordioso al animarlos con una ilustración palpable de su poder antes de esa batalla!
Pero Dios también sabía cuán fácilmente se habían olvidado de él. Hoy nosotros hacemos lo mismo; cuando el Señor actúa a nuestro favor, es fácil confiar en él. Pero a medida que pasa el tiempo, lo olvidamos hasta que nos recuerda nuestra necesidad de él y nos arrepentimos. Es por eso que el Padre celestial tenía un plan para ayudar a recordar a su pueblo el milagro en el río. Les pidió que levantaran un altar de doce piedras, que representaban a cada tribu de Israel que había pasado a salvo por las aguas. De esta manera, tendrían un recordatorio tangible del rescate divino.
Cuando se trata de bendiciones, ¿tiende usted a ser olvidadizo? Si es así, trate de crear recordatorios de la fidelidad de Dios, como llevar un diario o escribir palabras clave en lugares visibles. No importa lo que usted haga, asegúrese de tener la manera de recordar la intervención del Señor en su vida.

domingo, 16 de octubre de 2011

Oración sin palabras


Qué decir cuando las palabras fallan

por Tony Woodlief

Una vez le pregunté a un cristiano muy firme si en algún momento sus oraciones lo habían dejado con una sensación de ausencia de Dios.

“No”, dijo. “Eso nunca me ha sucedido”.

Tal respuesta me desalentó. Más de una vez he clamado a Dios, destrozado por el pecado o por la desesperación, o por ambas cosas, y no he sentido nada, solo ausencia.

Entonces, recordé el clamor del salmista, las mismas palabras que Cristo pronunciaría desde la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Sal 22.1).

Conozco a personas buenas y temerosas de Dios, que nunca han sido desamparadas. Pero conozco también a personas buenas y temerosas de Dios que están bien familiarizadas con el sentimiento de desamparo.

“Jesús tiene un amor muy especial por ti”, le escribió la reflexiva Madre Teresa a un amigo. “En cuanto a mí, el silencio y el vacío son tan grandes, que miro y no veo, escucho y no oigo”. Hubo un tiempo en mi vida cuando yo, que había dado mucho menos que ella a un número mucho menor de personas, habría atribuido la agonía espiritual de la Madre Teresa a la fe basada en obras que practicaba.

Una manera como Dios me ha humillado con el paso de los años, es permitiéndome enfrentar las mismas pruebas y tentaciones de las personas que he juzgado. Una vez pensé que la cercanía a Dios me la había ganado por mi justicia, por mis merecedoras oraciones. Pero he sido humillado por momentos tan difíciles que difícilmente podía articular las palabras para orar.

¿Ha tenido usted alguna vez la experiencia de estar necesitando desesperadamente a Dios, sin saber qué palabras podrían expresar la inmensa y aterradora ansiedad de su alma?

Yo solía pensar que era muy hábil orando. Por haber sido un orador público durante muchos años, he cultivado una habilidad especial para hacer giros elocuentes y pausas dramáticas. Esto me llevó a suponer que esa clase de oración era lo que Dios quería.

Pero, a lo largo de los años, he enterrado a un hijo, arruinado un matrimonio, y decepcionado a muchísimas personas. En medio de todos estos estragos en mi vida, ha habido muchas noches largas y oscuras, sin aliento para orar, y sin ánimo para decir las palabras adecuadas. Algunas noches, me he quedado dormido abrigando la esperanza de que las lágrimas sean suficientes cuando no he tenido palabras.

Una vez, estando en un sucio hotel, cuando estaba tan cargado por la desesperación que no podía pensar sino en lanzarme por la ventana, encontré una oración que me ha sido útil desde entonces:

“Por favor”.

“Por favor”. Dios sabe lo que hemos hecho, y por lo que suplicamos. Pero lo más importante es que Él sabe lo que realmente necesitamos. Si usted pudiera pronunciar solo una frase —un cáliz en el que usted pudiera verter el deseo vehemente de su corazón— ¿podría encontrar una mejor frase que por favor?

“Por favor”, susurré en esa oscura habitación del hotel. “Por favor”.

No cantaron los ángeles, no apareció ninguna luz, y ninguna de las cosas rotas de esta vida fueron reparadas. Pero no salté de una ventana, y no abandoné la lucha por la esperanza de que Dios me ama, y ama a mis hijos. Recordé el resto del Salmo 22, las palabras que están después del desolado clamor del salmista: “Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó” (v. 24).

Un amigo mío, que perdió a su esposa y a su hijo en un accidente vial, me dijo que su oración en sus momentos de oscuridad es, simplemente: “Socorro”.

¿Qué padre de nosotros, al oír clamar a su hijo: “Por favor”, o “Socorro” no vendría corriendo? ¿Y qué padre de nosotros ama a sus hijos más de lo que Dios nos ama?

Lo que importa no es utilizar las palabras correctas, sino venir a Dios. ¡Qué pena es demorarse en venir a Él, o salir de su presencia demasiado pronto, todo porque no podemos encontrar las palabras “correctas”! Es mucho mejor decir por favor, o socorro, o aun mejor, Jesús, una y otra vez de rodillas, que no venir a Él en absoluto.

Conozco a algunas personas que oran con los salmos, que son oraciones inspiradas por Dios. Otros leen las oraciones de cristianos antiguos como Juan de Damasco, quien luchó contra el islam.

El creador del cielo y de la Tierra no necesita originalidad de nosotros. Vengamos con un “corazón contrito y humillado”, dice Salmo 51.17. En esto es que necesitamos enfocarnos. No en conseguir las palabras correctas, sino en tener un corazón recto.

Enséñanos cómo hacerlo, Señor, a pesar de nosotros mismos.

sábado, 15 de octubre de 2011

El fundamento de una fe inquebrantable

HEBREOS 13.1-8
Cuando surgen las tormentas de la vida, ¿cuál es su respuesta? Algunas personas pierden el rumbo fácilmente. A otras se les disocia el pensamiento cuando la duda y el temor invaden sus mentes. Comienzan a preguntarse si el Señor realmente se preocupa por ellas. Pero la Biblia nos dice inequívocamente que sí se preocupa.
El pasaje de hoy nos proporciona el fundamento de nuestra seguridad en los tiempos difíciles. En el v. 8, se nos asegura que el Señor Jesús jamás cambia. Su ser, sus obras y sus palabras no cambian nunca. Para entender la importancia de esta constancia, imagine a un amigo que le parecía leal, pero de repente murmura de usted o le traiciona de alguna otra manera. Esa lealtad incierta y la violación de la confianza causan heridas dolorosas.
Todas las personas en algún momento nos defraudarán de una forma u otra. El Señor es el único que nos ama de manera perfecta y constante. Así que, anímese: Dios nunca cambia. No importa lo que estemos enfrentando hoy, nuestro Padre celestial sigue siendo Aquel cuya mano derramó bendiciones sobre nosotros en tiempos de felicidad. Y es Quien nos fortalece, guía y sostiene en los días difíciles. Cada pasaje de la Biblia revela otra faceta de su carácter sin tacha, y podemos saber que somos amados con la misma fidelidad que Cristo mostró al morir por nosotros en el Calvario.
Piense en los altibajos de la vida. Cuando las situaciones le producen felicidad, ¿cómo imagina usted a Dios? Cuando surgen las dificultades, ¿cambia su perspectiva? Afortunadamente, en el flujo y reflujo de las circunstancias, podemos aferrarnos al Señor Jesús como nuestra ancla.

viernes, 14 de octubre de 2011

LAS HEREJÍAS


Leyendo el comentario de William Barclay sobre Marcos 13 me encontré con un estudio de porque surgen las herejías, que me pareció supremamente interesante y que deja ver algunas de las razones por las cuales nos encontramos con ciertas teologías equivocas.
Los puntos que el esgrime son:
1.- La herejía surge al intentar ser completamente inteligible.- Que explicaciones tan increíbles buscamos solo para enredarnos en nuestros propios argumentos. Decimos, la Trinidad es como el agua que está en tres estados: líquido, sólido y gaseoso, solo para darnos cuenta que eso no explica nada sobre la realidad de operación de cada persona en la Trinidad. Hay cosas que Dios solo puede mostrarnos porque resultan inexplicables para nuestra corta capacidad humana. Lo mismo sucede si usted trata de explicarle física cuántica a un niño de nueve años. Lo raro es que todos creemos en el infinito y ninguno de nosotros lo puede entender con nuestra mente finita, así que,  ya aceptamos conceptos que son inteligibles y que no tienen nada que ver con la fe.
2.- La herejía surge cuando nos divorciamos de la comunión cristiana.- La historia de la Iglesia está llena de páginas negras de hijos de pastores o evangélicos que empezaron sectas al creer que se les había dado una verdad que nadie más entendía. Mantenernos en la comunión cristiana nos ayuda a continuar por el rumbo de la sana doctrina controlándonos unos a otros y entendiendo que a nadie se le da una nueva revelación. Al separarnos de la comunión seremos fácil presa de los errores teológicos que me pueden llevar a pensar que soy un elegido.
3.- Surge de construir una doctrina a gusto de cada uno.- Un profesor mío de universidad me contó como en una iglesia de corte carismático en Venezuela, se había sacado una gigantografía con la foto de la pareja de pastores, porque el Señor le había dicho al pastor que se casara de nuevo con otra persona, y estaban poniendo la foto con su nueva esposa.
En febrero del  año pasado la esposa del pastor Benny Hinn anunció que estaba pidiendo el divorcio a su esposo. Este al principio dijo sentirse sorprendido para luego reconocer que tenían años de vivir separados y lo más incomprensible, anunció que seguiría con su ministerio, porque “nadie le impedirá que siga sirviendo a su Señor y Salvador Jesucristo”.
Estos dos ejemplos nos sirven para mirar hasta donde ha llegado la palabra del líder “ungido” a ser una verdad por encima de la Palabra de Dios, y ya somos nosotros mismos los que dejamos ver que ya no es tan importante ser “esposo de una sola mujer” o que ya el divorcio dejó de ser tan grave como para que la Palabra nos diga que “lo que unió Dios que no lo separe el hombre”.
Qué diferencia con el Dr.James Dobson que en medio de su fama decidió retirarse de dar conferencias por tres años porque sus hijos estaban en una edad que lo necesitaban con ellos. ¿No es eso acaso lo que se exige de personas que son líderes cristianos? ¿No es la familia antes que nuestro ministerio?
4.- La herejía surge de hacer hincapié excesivo en una parte de la verdad.- El ejemplo más claro seria la teología de la Prosperidad, donde se nos ofrece todo tipo de bendición terrenal, se nos ofrece un cristianismo del primer mundo, donde nada nos faltará en términos de economía. Al enfatizar el hecho de que servimos a un Dios bendecidor, nos olvidamos que se nos dice que no recibimos cosas porque pedimos mal para gastar en nuestros deleites (Stg.4:3), y que dice que debemos pedir conforme a su voluntad (1 Jn.5: 14 y 15)  y no dice en ninguna parte que Dios quiere que todos sus hijos sean ricos.
5.- La herejía surge cuando se trata de producir una religión que sea popular y atractiva.- Esto sucede cuando ponemos énfasis en lo holístico, en lo que pasa aquí, como si esto es lo único que existiera. Hemos cambiado lo que es importante y así oímos a pastores decir que lo que desean es dejar a sus hijos millonarios, o que Dios quiere que tengamos una autoestima fuerte. Cosas que hace que la gente se ponga feliz pero que no contribuyen a generar en los creyentes el carácter de Cristo.
La palabra pecado cada vez se aleja más de los pulpitos, ahora son errores y ya no hablamos de arrepentimiento sino de este Dios que quiere que vivamos en Disneylandia. La pregunta que me asalta una y otra vez es: ¿Si Dios realmente diera todas estas bendiciones y nunca la pasáramos mal, querremos irnos al cielo algún día? 

La conversación con Dios


¿Se pregunta usted, por qué pareciera que a sus oraciones les faltara algo? ¿Algunas veces se pregunta si al orar está haciendo algo mal?
La oración es uno de los privilegios más maravillosos que Dios nos ha dado, pero no siempre pensamos que es así. Aunque siempre tenemos la oportunidad de acercarnos confiadamente al trono de la gracia, y ser escuchados de inmediato por el Padre celestial, a veces nos preguntamos si nuestro tiempo delante de Él de verdad importa. Sí, somos rápidos para buscar a Dios cuando el sufrimiento o los problemas llaman a nuestra puerta, pero en realidad, ¿para qué más es la oración?

La prioridad de la oración

Dios nos creó para relacionarnos con Él, y la oración es parte vital de nuestra interacción con el Señor. Piense en su mejor amigo. ¿Cómo se desarrolló esa amistad? Lo más probable es que exigió que conversaran y pasaran tiempo juntos. Eso es exactamente lo que se necesita para cultivar una relación estrecha con el Señor. Sin la comunicación, Dios puede parecer un extraño. Él nos conoce por dentro y por fuera, pero a menos que hagamos de la oración una prioridad en nuestras vidas, no le conoceremos. Perder la oportunidad de conocer al Señor íntimamente, es una de las mayores tragedias en la vida del creyente.
¿Se da cuenta de que lo que Dios quiere es que la totalidad de su ser le pertenezca a Él, para comunicarse con usted, revelársele y mostrarle su amor? Todos sabemos que debemos amarlo, ¿pero ha pensado alguna vez en lo mucho que Él disfruta de su relación con usted? Al Señor le encanta pasar tiempo con usted. La vida cristiana no consiste solamente en cuánto usted sirve, con cuánta generosidad da, o en lo mucho que asiste a la iglesia. Lo único realmente importante es pasar tiempo a solas con Él para experimentar su maravillosa presencia.
Si quiere ver un ejemplo perfecto, basta mirar a Jesús. Aunque era el inmaculado Hijo de Dios, y Dios mismo, hizo de la oración su prioridad. Marcos 1.29-39 nos describe un día de su vida. Después de enseñar durante toda la mañana en la sinagoga, fue a casa de Pedro y sanó a su suegra. La noticia del milagro que hizo corrió rápidamente, y cuando llegó la noche toda la ciudad se agolpó a la puerta. Sin embargo, aun después de una noche muy atareada echando fuera demonios y sanando enfermos, Jesús se levantó temprano en la mañana cuando todavía estaba oscuro, y se fue a un lugar apartado a orar. Pero sus discípulos lo encontraron pronto, y comenzó otro día de duro trabajo.
¿No se identifica usted con esta historia? Por nuestros agitados estilos de vida, uno de los problemas más grandes que tenemos es apartar tiempo para la oración. Pero, a diferencia de Jesús, a menudo ponemos excusas. Me levanté tarde, y estoy demasiado cansado para orar. Tengo tanto que hacer, y no tengo tiempo. Es inútil; cada vez que lo intento, alguien o algo me interrumpen. Pero Jesús no permitió que las exigencias de este mundo le impidieran pasar tiempo a solas, de forma habitual, con su Padre. El Señor “se apartaba a lugares desiertos, y oraba” (Lc 5.16). De hecho, en una ocasión, cuando tuvo que tomar una decisión muy importante (la elección de sus doce discípulos), “pasó la noche orando a Dios” (Lc 6.12, 13). El tiempo con su Padre no era una cuestión de conveniencia para Él, sino una necesidad absoluta que a veces requería un sacrificio.
Si Jesús consideraba esencial la oración, ¿cuánto más debemos hacerlo nosotros? Al igual que Cristo, necesitamos desarrollar la práctica de pasar prolongados períodos de tiempo a solas con el Señor. Y puesto que se trata de una conversación, para escuchar su voz hablando a nuestros corazones, debemos incluir siempre a la Biblia. Por medio de la Palabra de Dios, el Espíritu Santo nos guía, para que sepamos qué pedir. Al aclarar el Espíritu Santo el significado en sus páginas, aprendemos quién es Dios, sus caminos, y lo que Él ha prometido hacer. Cuando abrimos nuestros corazones para escuchar su voz apacible y delicada, y alineamos nuestras vidas con la suya, nuestra fe crece.

Obstáculos para la oración

Sin embargo, a pesar de todas las promesas de Dios, y considerando todos nuestros problemas, ¿por qué permitimos que la oración se convierta en algo secundario en nuestras vidas? Para ayudarle a evaluar y reconocer la prioridad que usted le está dando a la oración, responda esta pregunta: ¿Cuánto tiempo pasó a solas con el Señor la semana pasada —y no me refiero en su automóvil yendo al trabajo? ¿Serían cinco, diez o quince minutos? Tal vez ya es hora de que se haga un autoexamen para que determine si hay algo que le está impidiendo dar a la oración la prioridad absoluta en su vida.
EL AJETREO. Una agenda exigente es probablemente el mayor obstáculo para pasar tiempo con el Señor. Nuestra sociedad exige tanto de nosotros que estamos en peligro de ir tras lo urgente e inmediato, y no ver lo que es más imperativo para nuestra salud espiritual y, en última instancia, para nuestro éxito permanente —la intimidad con Dios. ¿Ha dejado que otras cosas sean más importantes para usted que su relación con el Padre celestial? Tómese su tiempo para pensar en las consecuencias a largo plazo de lo que usted está haciendo. Mucho de lo que hacemos no significa nada en la eternidad, pero el tiempo invertido con el Señor siempre rinde beneficios eternos.
LA FALTA DE INTERÉS. Por más difícil que pueda ser esta verdad, la realidad es que a veces no tenemos interés en la oración. Si le parece que Dios es un extraño, no tendrá ningún deseo de relacionarse con Él. La solución para este problema es familiarizarse con Él, y puesto que la Biblia revela quién es Dios, hay que comenzar por allí. Cuando lea su Palabra, inicie una conversación con el Señor; hable con Él y hágale preguntas. Después, escuche su voz apacible hablando a su corazón. A medida que pase tiempo con Él, su conocimiento, su confianza y su amor crecerán hasta el punto de que estar con el Señor se convertirá en un gozo.
LA DECEPCIÓN. A veces, nos decepcionamos de la oración, porque parece que Dios no está respondiendo nuestras peticiones. Nos parece inútil seguir haciéndolo, así que no seguimos. El problema aquí es doble. Primero, hemos limitado la oración a una operación de “pedir y recibir”, en vez de centrarnos en crear una relación con nuestro tierno Padre celestial. Segundo, hemos dado por hecho que si no conseguimos lo que pedimos, fue una pérdida de tiempo y esfuerzo. Pero Dios es muy sabio y misericordioso, y por eso no nos da todo lo que le pedimos. Al igual que un padre amoroso, hace pasar nuestras peticiones por el filtro de su voluntad perfecta, y nos da lo que es mejor, aunque eso nos cause una decepción o dificultades en el momento.
EL OLVIDO. Cuando la vida funciona sin problemas, cuando las bendiciones están fluyendo, y todo está bien, podemos tener la tentación de olvidarnos de Dios. Incluso podemos comenzar a pensar que podemos manejar la vida por nuestra cuenta. Lamentablemente, muchos cristianos hacen esto — solo buscan el Señor cuando se ven en una situación difícil. Pero el propósito de Dios cuando nos creó fue que experimentáramos una estrecha comunión con Él. Aunque el Señor puede valerse de pruebas para llamar nuestra atención y acercarnos más a Él, no debemos olvidarle en los tiempos de bendición. Recordemos que “toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre” (Stg 1.17). Nuestros tiempos de bonanza debieran recordarnos la manera tan perfecta y maravillosa como el Señor nos da las cosas. Por tanto, debemos tomar esas oportunidades para expresar nuestro amor y gratitud a Él.
Uno de los mayores problemas del olvido de la oración, es que nuestros sentidos espirituales se insensibilizan. Corremos el peligro de no poder escuchar a Dios cuando nos hable por medio de su Palabra, ya que no podemos sentir lo que Él está haciendo en nuestras vidas.
Pero si usted pasa cada día cultivando una enriquecedora relación con el Señor, cuando los problemas le golpeen podrá escuchar su voz, entender sus propósitos y confiar en Él. Las ventajas de desarrollar una relación con Dios por medio de la oración, son interminables y eternas.

Compromiso con una vida de oración

Un joven pastor me preguntó una vez: “Si usted pudiera darme un consejo, ¿que me diría?” Le dije que lo más importante de su ministerio era su tiempo a solas con el Señor. Si dejaba que le faltara eso, todo lo que tenía que ver con su vida y con su ministerio se vería afectado. Es lo mismo que yo le diría a usted. Mantener una relación íntima con Dios es crucial si quiere ser efectivo y fructífero.
La mayoría de los creyentes queremos tener esta clase de vida de oración. Nuestro problema no es la falta de deseo, sino de compromiso. Como todo lo de valor verdadero, hay que buscarla, pues no sucederá por accidente. Es posible que tenga que hacer cambios en su vida, pero cualquier sacrificio no será nada comparable con lo que ganará. Dios anhela reunirse con usted cada día. ¿No quisiera usted darle al Señor esto que tanto desea?

Charles Stanley.

miércoles, 12 de octubre de 2011

La gran comisión: Nuestra sagrada tarea


Si usted mira la televisión por cierto tiempo, es muy probable que vea a un predicador proclamando las Buenas Nuevas. Y si enciende la radio, y pasa de una emisora a otra, encontrará lo mismo. El evangelio está en las habitaciones de los hoteles, en los foros de Internet, en las vallas publicitarias, en calcomanías de vehículos, en seminarios y en estudios bíblicos. A pesar de la moderna proclamación de que “Dios está muerto”, el mensaje de Cristo se agiganta con el tiempo. ¿Por qué razón?
La orden de “id, y haced discípulos a todas las naciones…” fue el último mandamiento de Jesús a Sus seguidores. Antes de ascender al cielo, comisionó a Sus discípulos para que difundieran las Buenas Nuevas, bautizando a los creyentes y “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:20). Hasta las primeras cartas de Pablo y los relatos de los evangelios, estos detalles del cristianismo eran transmitidos verbalmente. Y aunque el pueblo de Dios falló algunas veces, el Señor lo ungió con el Espíritu Santo para esta sagrada tarea. Los testimonios dados el día de Pentecostés hicieron que miles de personas de toda aquella región tuvieran el conocimiento salvador de Jesucristo (Hechos 2:41). En el libro de los Hechos encontramos relatos que detallan los viajes misioneros de varios discípulos. La tradición de llevar el Evangelio a otros países comenzó en aquel tiempo, y no ha cesado hasta hoy.
En tres viajes diferentes, Pablo, uno de los primeros misioneros, se hizo acompañar de personas tales como Juan Marcos y Bernabé, quienes más tarde realizaron sus propios viajes misioneros. Al igual que su Mesías, los que proclamaban el Evangelio eran perseguidos; Pablo sufrió prisiones y la muerte por su fe. En ese tiempo se enviaban misioneros a otras partes desde la Turquía actual e Israel. Estas tierras son hoy campos a los cuales se mandan misioneros.
El trabajo de evangelización ha modificado al mapa cristiano una y otra vez, muchas veces como respuesta a las guerras, a la política y a las luchas internas de la iglesia. Pero el cometido cristiano de compartir la fe nunca cesa. En realidad, el tesoro de la salvación es tan grande que muchos han sufrido de manera voluntaria para llevarlo más allá de sus fronteras.
La conversión del emperador Constantino en el año 313 d.C. puso fin a tres siglos de abierta persecución a los cristianos. Gracias al reconocimiento del gobierno de Roma, el cristianismo progresó a grandes pasos hasta convertirse en una religión en todo el imperio y, algunos siglos después, partes de la Escritura fueron traducidas al inglés. Aunque John Wycliffe terminó la traducción del Nuevo Testamento en 1380, la elaboración de los ejemplares era una labor agotadora debido a que cada libro tenía que copiarse a mano. Lo que hacía muy costoso el adquirirlos.
Sin embargo, con la creación de la primera imprenta, Johannes Gutenberg cambió dicho inconveniente. Para demostrar la importancia de su invento, imprimió toda la Biblia, haciéndola así más accesible. Desde entonces, el Evangelio se ha proliferado en todo la tierra. En el presente, casi todo el mundo tiene acceso a las Escrituras. Pero junto con ese privilegio está también una gran responsabilidad, dada por Jesús: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19, 20).
Para cumplir con este mandato, debemos primero apropiarnos del reto. Después, debemos rendirnos por completo para ser utilizados por Dios. Por último, debemos ponernos a Su servicio, como mensajeros en la tarea de hacer discípulos en todo el mundo.
HEMOS RECIBIDO UN MANDATO
¿Cuál cree usted que es el propósito para su vida? Mucha gente diría que es disfrutar la vida o quizás ser buenas personas. Otras pudieran estar soportando circunstancias tan difíciles, que su principal objetivo es la supervivencia. Algunas pudieran sentir que tienen una misión que cumplir. Lamentablemente, son muchas las personas que no tienen un verdadero propósito en la vida, y lo que logran carece de valor duradero. Pero cualquier creyente que entiende lo que es la vida cristiana, deseará cumplir el plan de Dios para su vida. Y a todos los seguidores de Cristo se les ha dado la tarea de compartir el Evangelio.
Piense en lo mucho que Dios ha invertido en usted. Piense en cómo ha dado a cada uno de Sus hijos dones y capacidades específicas para poder actuar en y a través de nosotros, para tocar a otros y para profundizar nuestra relación con Él. Dios tiene un plan para cada creyente, y cuando lo descubrimos ya no tenemos que perder tiempo buscándolo en vano; comenzamos a vivir la vida con un propósito claro y específico. El Señor quiere impactar poderosamente a quienes nos rodean. En el capítulo 5 del Evangelio según Mateo, Él nos da el mandato: debemos ser la sal de la tierra y la luz del mundo (vv. 13, 14).
EL MANDATO REQUIERE ENTREGA
Para poder hacer esto, Cristo tiene que ser nuestra primera prioridad. El llevar a cabo esa tarea requiere dejar que alguien tenga el control de nuestras vidas. Los verdaderos discípulos dejan que Cristo viva Su vida a través de ellos. Jesús advirtió que esta opción tenía un alto costo, y por eso aconsejó a Sus seguidores que pensaran antes lo que eso involucraba (Lucas 14:28-32). En realidad, el Señor habló claramente de un gran “precio”. “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:26). La palabra griega traducida como “aborrecer” significa en realidad “amar menos”. Es decir, somos capaces de ser discípulos de Jesús sólo cuando nuestro amor por Él sea mayor que nuestro apego a las cosas más preciosas para nosotros, y que le obedezcamos aun a costa de ser incomprendidos. La Biblia no da a entender en ninguna parte que la vida cristiana sea fácil, o que nuestros amigos o parientes estarán de acuerdo con nosotros. En realidad, nuestra vida de fe puede ser un proceso doloroso.
Notemos lo que Jesús necesitó de Sus seguidores: los llamó a dejar su actividad para que le siguieran (Mateo 4:20; 9:9). ¿Qué cree usted que pensaron los padres de Mateo, Andrés o Pedro en cuanto a eso? Probablemente no se sintieron muy entusiasmados. Muchos padres cristianos me han dicho: “Quiero que mis hijos obedezcan al Señor, siempre y cuando no tengan que servirle en el extranjero”, o “Quiero que Dios use a mis hijos, pero de ninguna manera que los llame al ministerio”. Desde el punto de vista de Jesús, no hay ninguna condición que sea aceptable; no hay ningún “si…”, “pero…” o “a menos que…” que podamos agregar a nuestra decidida lealtad a Él. Es decir, nuestra lealtad tiene que poner a Cristo por encima de todas las personas y de todas las cosas, cueste lo que cueste.
EL MANDATO REQUIERE SERVICIO
Mucho del mundo cristiano se ha vuelto tan opulento, y la iglesia ha caído en una debilidad tal, que el discipulado simplemente no coincide con nuestra manera de pensar. Pero recordemos que Dios nunca nos pedirá que hagamos algo que contradiga las Escrituras o que no sea consistente con la vida de Jesús. La tarea que Él nos da puede parecer ridícula ante los ojos del mundo, pero será totalmente compatible con las enseñanzas de la Biblia.
Si usted le ha dicho alguna vez a Dios que quiere obedecerle, pero le pone condiciones a esa obediencia, Él no bendecirá su disposición. Ya sea que usted vacile por no querer herir los sentimientos de alguien, o por temor a la persecución, mientras usted se mantenga en el lado equivocado de la obediencia no será un seguidor leal de Jesucristo, y Dios no podrá desarrollar al máximo el potencial de su vida. Sólo cuando decimos finalmente: “De acuerdo, Señor, estoy dispuesto”, Él nos devuelve la paz.
Cuando Jesucristo utiliza la palabra “discípulo”, está hablando de seguirle a Él, lo cual involucra la disposición de dar cualquier paso que el Señor requiera, incluso si las consecuencias resultan severas. En Lucas 14:27, Jesús dice: “El que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”. La gente muchas veces se refiere a alguna enfermedad física o sufrimiento como su “cruz”, pero eso no es lo que este versículo significa. En el primer siglo, la cruz era un instrumento de ejecución; uno entendería muy fácilmente el significado, si el versículo dijera: “El que no lleva su ataúd…” Lo que Jesús está diciendo es que sus discípulos tienen que escoger a la muerte por encima de su propia vida, y unirse a Él. Llevar nuestra cruz habla también de la disposición a sufrir dolor, persecuciones y el oprobio por causa de Cristo. No se refiere a sufrir críticas y reproches por nuestro pecado, sino más bien a soportar el rechazo que glorifica al Dios vivo.
Hágase esta pregunta: ¿A qué estoy apegado? No hay nada de malo en disfrutar de relaciones o de las cosas que tenemos, siempre y cuando las cosas materiales y los apegos emocionales no sean más importantes que el Señor. Un genuino seguidor de Jesucristo hunde muy superficialmente sus raíces en el mundo. Usted y yo debemos estar dispuestos a hacer todo lo que Dios diga, e ir donde Él nos dirija, no importa lo que el Señor decida.
Para ser discípulos del Señor, debemos desprendernos de este mundo y unirnos a Cristo, no a las posesiones materiales, a las ideologías o las relaciones. Debemos seguir a Jesús sin importar el costo, aunque eso signifique no aceptar un ascenso profesional o la ruptura de una relación. Si usted no es promovido en su trabajo por obediencia a Dios, sin duda alguna el Señor le promoverá en el momento que Él tenga decidido hacerlo. Y cuando lo haga, el resultado será mucho mejor.
Lucas 14:33 dice: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. Debe haber un momento en su vida, cuando diga: “Señor, todo es Tuyo. Haz con mi vida lo que Tú quieras”. La verdadera pregunta no es: ¿Cuánto tiene usted? sino: ¿Cuánto tiene Dios?
Los discípulos del Señor no pueden contemporizar con el mundo; vivir practicando el pecado y seguir la cruz de Cristo son extremos totalmente opuestos del espectro. ¿Desea usted ser un discípulo del Señor? La Biblia muestra una forma de proceder muy clara: esté dispuesto a obedecer Su sagrada tarea, apártese de sus preocupaciones mundanas y únase a sus hermanos y hermanas en Cristo en la Gran Comisión.
La tecnología nos ha dado medios sin precedentes para la difusión del Evangelio de Jesucristo, y tenemos el claro mandato de hacerlo. Nuestro mundo ha cambiado mucho, pero nuestro mensaje sigue siendo el mismo. La orden de Mateo 28:19 de “id, y haced discípulos a todas las naciones” es tan pertinente hoy como lo fue hace dos mil años.
Charles Stanley.

Nuestro divino Maestro


Una de las razones por la que las personas, incluyendo a muchos creyentes, no leen la Biblia, es porque no pueden entenderla. Es de esperarse que ése sea el caso de aquellos que no conocen a Cristo, pero ¿por qué tantos creyentes no pueden comprender las verdades de las Sagradas Escrituras? Tal vez sea porque no han pedido ayuda a su divino Maestro. Una de las principales responsabilidades del Espíritu Santo es capacitar a los cristianos para que comprendan las cosas de Dios.
Al mirar a cristianos que saben más que nosotros, a veces pensamos: Nunca seré capaz de llegar a ese nivel. La cuestión, sin embargo, no es la cantidad de conocimiento que usted tiene ahora, sino si está creciendo en entendimiento. El Espíritu le enseñará lo que usted necesite saber, no necesariamente lo que otros sepan. Porque él quiere que seamos personas consagradas a Dios, nos dará la verdad suficiente cada día para transformar nuestras vidas. él interpretará el significado y dará una aplicación diseñada específicamente para cada persona.
El propósito del Espíritu no es llenar su mente con información, sino llevarle a un nivel más profundo en su relación con el Señor. él quiere que usted entienda la verdad, para que se enamore del Señor Jesús. Entonces anhelará pasar tiempo en su Palabra, con lo que llegará a conocerlo mejor.
Pero todos estos tesoros de la Biblia pueden permanecer fuera de su alcance si no le pide al Maestro que se los revele. Cada vez que lea su Biblia, pídale al Señor entendimiento. A quienes permiten que el Espíritu Santo les revele los pensamientos de Dios, les espera una maravillosa relación de amor con Cristo.

La Depresión

 Hoy, más que nunca, la depresión es el mal que amenaza a nuestros contemporáneos. «Ésta nace de la imposibilidad de dar un sentido a su vida, en la cual todo pasa y se va hacia la nada», escribió S. Ariéti, psiquiatra italo-americano.

       Ya el autor del Eclesiastés había subrayado que todo lo que los hombres buscan desesperadamente no puede dar un sentido a su vida. La popularidad, los bienes materiales, el dinero, los placeres, la felicidad, la cultura, el poder, el trabajo… ¡todo está marcado por la vanidad!

       Este autor no cayó en la desesperación. Al leer su libro, poco a poco vemos, como un rayo de sol atravesando oscuras nubes, abrirse una salida, un alivio a ese intenso sentimiento de vacío y desesperanza. Ese rayo de sol es el temor de Dios. No es una escapatoria, sino el único camino posible. A lo largo de su libro somos conducidos a distinguir, en medio de los estancamientos en que acaban todas las soluciones humanas, la vía que lleva a la vida: “Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:13).

       Ese temor de Dios, ese profundo respeto para con él, es un preliminar para recibir las respuestas de amor y esperanza que hallamos en la Escritura. Estas respuestas se concentran en una persona: Jesucristo, quien dijo: “El que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35). 

Promesas Biblicas


La Biblia esta llena de promesas para nosotros los Cristianos, de hecho creo firmemente que la mejor manera de caminar diariamente como Cristianos en un mundo que pareciera no querer saber nada de Dios, de nuestra forma de vivir “diferente”, en la que nos ven como extraños, raros si se quiere, los “hermanitos” que nada pueden, que todo les prohíben y todo quieren prohibir son concepciones erróneas que tiene la mayoría de la gente respecto a nosotros como Cristianos, en un mundo que cada día es mas permisivo y condescendiente, es aferrándonos a esas promesas.
No es fácil caminar diariamente tratando de ajustarnos y a la vez tratando de comportarnos como Dios dice que debemos hacerlo, y esto es por una sencilla razón, la vida cristiana es una vida sobrenatural, no es normal, no es natural, y no debe ser así.


Somos llamados como dice la Biblia a ser Linaje escogido, Nación Santa, Real Sacerdocio, Pueblo adquirido por Dios… (1 Pedro 2:9), la pregunta es como podemos vivir de esta forma en un mundo donde no nos ajustamos? en primer lugar algo que muchas veces olvidamos es que NO debemos ajustarnos a la moda o a lo que pareciera dictar el mundo que son las cosas debidas (Rom 12:1-2), mal haríamos, si seguimos la corriente de moda o lo “normal” para la mayoría de la gente, el hecho de que millones de vacas coman pasto no nos incita a hacer lo mismo verdad?


Si este es el caso y la presión del mundo de la sociedad que nos rodea es cada día mas intenso y fuerte, bombardeándonos constantemente con mensajes “como tu te lo mereces, debes tener esto o aquello, compre ahora y pague después, eso esta bien porque todo el mundo lo hace etc etc“, cada día pareciera mas difícil poder marcar la diferencia y continuar viviendo apartado de todo ello.


En primer lugar Dios no nos ha llamado a alejarnos del mundo (Juan 17:15-16), no me malinterprete, me refiero a que estamos en el mundo, pero no por ello nos amoldamos a lo que diga el mundo, de hecho creo que Debemos! “codearnos” con el mundo, pero No para amoldarnos o transformarnos en lo que digan sino para transformarlo nosotros!! hacer el cambio, marcar la diferencia y mostrar que una vida guiada por la Palabra de Dios es una vida que vale la pena vivir, es una real alternativa, y la mejor decisión.

Pero la pregunta en cuestión es : ¿si estamos en el mundo, si no podemos evitar completamente el constante bombardeo, como podemos evitar caer en todo ello?
Aquí es donde entra el tema central “Las Promesas”, de no ser por la cantidad de promesas que tiene Dios para nosotros como podríamos vivir cada día? como podríamos fortalecer nuestra fe?


Permitame hacer diferencia entre los tipos de promesas que tiene la Biblia, hay promesas que son únicamente para el pueblo de Israel, hay otras que son exclusivas para ciertos personajes en la Biblia, otras que son para nosotros incondicionalmente y otras que son condicionadas a obediencia.

Por un lado debemos aferrarnos diariamente a estas promesas, pero a su vez no engañarnos tomando promesas que no nos corresponden, veamos un ejemplo que lamentablemente se enseña muchas veces y no es correcto, Hechos 16:31 “Cree en el Señor Jesús, y seras salvo, Tu y toda tu casa”, suena bastante prometedor verdad? lamento desilusionarlo si es una de las promesas a las que se ha venido aferrando hace mucho tiempo, pero esta promesa no es ni para mi, ni para usted, como me atrevo a decirlo?, lea por favor el capitulo completo, esta promesa es hecha exclusivamente para el carcelero con el que hablaban los apóstoles, siempre! debemos leer el contexto completo, no puedo tomar un versículo que me agrada y si “suena” a promesa tomarlo para mi! SI, puedo creer por FE que si yo entrego mi vida al Señor y oro por mi familia (esta por demás decir que es mi deber hacerlo) El Señor extenderá su misericordia y muy probablemente con mi testimonio y mis oraciones mi familia llegara a los pies de Cristo en algún momento.
Entonces porque no lo puedo tomar como una promesa para mi? porque no esta en la escritura para que yo se la reclame al Señor, he hay la gran diferencia, una promesa que es hecha a los cristianos en general puedo Reclamarla, confiar en El Señor en que la cumplirá, pero una promesa hecha para una persona especifica puedo creer que también ocurriría en mi vida, pero no puedo reclamarle al Señor por su cumplimiento.


Que pasaría si esa promesa mal interpretada no se cumple en mi vida? veamos otro ejemplo para hacerlo mas claro, Deut 11:24 “Todo lugar donde pise la planta de tu pie será de ustedes…”, note que no esta el versículo completo, en primer lugar estoy tomando solo parcialmente el versículo, la parte que “me gusta”, en segundo lugar, nuevamente estoy ignorando el contexto, esta promesa es hecha al pueblo de Israel en un momento determinado.


He escuchado algunas historias de creyentes que “reclaman” un terreno con las mejores intenciones, se pasean por el repitiendo esta promesa y hasta lo hacen descalzos para “reforzar” como si pudieran forzar a Dios con sus actos a cumplir algo que NO nos ha prometido a todos nosotros!!
Nuevamente, puedo creerlo por Fe y puede darse cumplimiento, pero NO puedo reclamarlo al Señor.
Que pasaría si mi tío el viejo cascarrabias que se la pasa blasfemando nunca llega a convertirse a pesar de mis oraciones? o si ese hermoso terreno donde anhelamos construir el nuevo templo resulta ser comprado para construir un casino? que ocurrió? me fallo Dios?? ven lo peligroso que puede ser aferrarnos a promesas mal interpretadas.


Mi recomendación, Siempre que aparezca una promesa en la Biblia lea el contexto completo, para verificar si la promesa es hecha a Israel, a alguien en especial, o a nosotros los cristianos, y por sobre todo recuerde siempre que la mayor promesa que podríamos obtener Ya la tenemos y es nuestra.


Romanos 10:9 “que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios Lo resucito de entre los muertos, serás salvo.”

martes, 11 de octubre de 2011

Moises, Un lider Intercesor

El año pasado durante uno de los cursos de Preceptos el Señor nos permitió conocer un poco mas de cerca de uno de los personajes que mas admiro del antiguo testamento, se trata de un hombre que paso de la grandeza a casi nada, y es justamente hay donde a Dios le place muchas veces tomarnos, para que podamos reconocer su obra, muchas veces estamos tan ocupados lamentándonos de nuestra pésima situación que no nos damos cuenta de que todo esto no es mas que la mejor ocasión para permitirle a Dios que se glorifique en nosotros.

El personaje del que vamos a hablar es muy conocido por todos nosotros pero desde una perspectiva Hollywoodense, pero en esta ocasión vamos a tratar de verlo desde una perspectiva mas humana, para ver como Dios puede tomar a cualquiera de nosotros en cualquier momento de nuestra vida y hacer grandes cosas a través de nosotros.

Se trata de Moisés, un hombre que nació en un momento histórico donde su pueblo era repudiado mas por temor que por un motivo real.

Exodo 1:5-12 opresión del pueblo de Israel.

Seguramente no nos es desconocido que entre las medidas que tomo el faraón para menguar al pueblo de Israel fue asesinar a todos los niños varones arrojándolos al agua, pero la familia de moisés decidió salvarlo y fue así como por esas ´diosalidades´ fue a parar a manos de la hija de faraón donde fue criado a la altura de un príncipe, si observamos Exo 2:11 podremos ver que a diferencia de lo que nos han hecho creer Moisés tenia conocimiento de su origen Hebreo, de ello podemos concluir que no le era desconocida la profecía citada en Gen 15:13-14 donde Dios hizo pacto con Abraham profetizando que su pueblo seria numeroso como veremos mas adelante y que seria oprimido durante 400 años en tierra extranjera, esta era la situación al momento de los siguientes eventos que vemos en Exo 2:11-15

Veamos un momento la posición e Moisés para tomar esta decisión

Tenia una posición prominente en Egipto, había sido criado en casa de faraón, era un hombre joven y conocía la profecía respecto a su pueblo así que seguramente decidió hacerse a si mismo el líder que estaba esperando el pueblo lo cual no salio exactamente como lo había planeado así que no tuvo mas opción que huir y fue a dar a Madian donde paso de ser un hombre prominente a un simple pastor, donde todo lo que tenia era su vara de pastor que lo identificaba como tal, pasaron 40años mas hasta que Dios decidió llamarlo para una gran misión descrita en Exo 3:1-20

Como podemos ver Moisés era un hombre anciano en este momento era a su pensar el momento menos indicado para semejante labor, no dejemos pasar por alto que en ningún momento Dios le dice que seria una tarea fácil o sencilla por el contrario le advierte que no será tarea sencilla.

LA aplicación que podemos aprender de este momento es:

  1. Lo primero que hace Dios con Moisés es hacerle entender claramente que no se trata de el se trata de Dios y es en Sus Fuerzas en que todo lo podemos como dice Filip 4:13

  2. Dios puede tomar a cualquiera de nosotros para hacer grandes cosas siempre y cuando tengamos muy en claro que no se trata de nosotros no importa ni la edad, ni la posición ni las facultades que podamos tener o no. Exo 4:10-12

Podemos ver que los primero avances que hace Moisés para cumplir su misión antes que nada siempre son conforme al dictamen de Dios, no con sus propias ideas, cada paso que da Moisés es dictaminado con anterioridad por Dios para que sea ejecutado tal cual el lo manda así no lo comprendamos. Exodo 5, imposición de mas cargas al pueblo.

Israel sale de Egipto Exo 13

En este momento comienza realmente el trabajo duro para Moisés, es aquí donde comienza a tener entrenamiento de líder, tengamos en cuenta que hasta el momento todo lo que a hecho Moisés es seguir instrucciones al pie de la letra pero es aquí en este momento donde todo el pueblo le ve como a un líder a quien seguirán por una dura jornada a través del desierto.

Si comparamos esta salida y tratamos de darle aplicación a nuestra vida tenemos en cuenta que así como Dios envió a Moisés a liberar a su pueblo de esclavitud de Egipto de forma similar el mismo Dios envió a su hijo para liberarnos de otra clase de esclavitud, la esclavitud del pecado.

Veamos ahora un poco la clase de personas que estaba a punto de dirigir Moisés y nos daremos cuenta de que no se diferencian mucho de nosotros en realidad.

  • Primero recordemos que la cantidad de personas que llegaron a Egipto fue de 70 y en este momento estaban saliendo Exo 12:37-38 nos dice que eran mas de 600.000 hombres, sin contar mujeres, niños y otra clase de personas que seguramente había visto el poder del Dios de los israelitas.

  • Eran personas que habían vivido por 400 años en esclavitud en medio de un pueblo completamente idolatra como lo eran los egipcios

De igual forma nosotros fuimos liberados de la esclavitud del pecado en algún momento de nuestra vida sin importar cuantos años perdimos perdidos en el mundo Dios nos saco a la libertad del perdón por la gracia a través de su hijo Jesucristo nuestro Señor.

De ello podemos concluir que al igual que los israelitas venían con una mentalidad de esclavos que les iba a tomar 40años, nosotros también venimos con una mentalidad de esclavos, nos cuesta trabajo aceptar que YA NO somos esclavos del pecado, que la libertad que nos fue obsequiada por gracia es la libertad de decirle NO al pecado, siempre teniendo en cuenta de que no es en Nuestras fuerzas con que podremos vencer el pecado y la tentación si no con la fuerza del Espíritu Santo que mora en nosotros.

Comienza el trayecto por el desierto – Comienza el trayecto de la vida cristiana

Dios al sacar a su pueblo de la esclavitud de Egipto debía educar a su pueblo Israel antes de llevarlos a una tierra que fluye leche y miel, Canaan, para ello debía tomar a estas mas de dos millones de personas y hacerlas atravesar por un desierto para enseñarles la forma de vida que debía llevar el Pueblo Elegido por Dios, así mismo una vez que nosotros aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, muchas veces comenzamos a pasar por un desierto en nuestras vidas, donde somos probados y nuestro carácter va siendo formado para llegar a ser lo que Dios desea para nosotros.

En Exodo 13, Dios establece un día de celebración llamado la Pascua para que su pueblo recuerde de año en año que en ese día fueron sacados de esclavitud y que fue Dios quien los saco con mano fuerte, cada parte de la celebración de la pascua les recordara como eran sus circunstancias y es una celebración que deberían recordar por siempre y enseñar a sus hijos. De igual forma nosotros aunque no ´celebramos´ anualmente el día de nuestro nuevo nacimiento, si deberíamos recordar siempre de donde nos saco Dios y que no fue por nuestros meritos ni mucho menos en nuestras fuerzas que fuimos liberados.

Las primeras pruebas en el desierto : Exodo 15:22-27

En la primera jornada que tiene el pueblo de Israel se presentan las primeras dificultades, y como es de esperarse en un desierto la primera dificultad es la falta de agua, en el momento exacto su necesidad Dios soluciona el problema y les hace una promesa.

De igual forma el Señor ha prometido cuidar de nosotros, Mateo 6:31-34

Durante el resto del transcurso el Señor instruye poco a poco a su pueblo haciéndole pasar por el desierto de forma similar es la vida del cristiano, mientras avanza en su camino hacia la vida eterna, en los capítulos 32 y 33 de Exodo vemos algunas grandes lecciones de liderazgo que podríamos aprender de Moisés, todos nosotros en cierto modo somos lideres cristianos, lo que se espera de nosotros después de que somos salvos es que seamos guías de los no creyentes para que lleguen a gozar de la salvación provista por Dios de antemano, Mateo 5:13-16

Dios instruye a Moisés en el monte Horeb o Sinai con sus mandamientos, a diferencia de lo que muchas veces hemos creído los mandamientos que da Dios en el monte no se trata solamente de los bien conocidos 10 mandamientos, se trataba de todo un código de conducta, recordemos que estos hombres no tenían una Biblia con doctrinas y preceptos que les enseñaran como vivir una vida conforme a la voluntad de Dios, nosotros tenemos la Biblia que es la palabra de Dios y el invaluable recurso de la oración.

Exodo 31:18 / 32:1

En este momento como durante todo el camino el pueblo nuevamente se revela en la ausencia de Moisés y solicita a Aarón su hermano que les haga dioses para ellos adorar.

Muchas veces nosotros tenemos la tendencia a buscar un líder de carne y hueso a quien adorar o seguir también, nosotros Ya tenemos un líder que es Jesucristo a quien debemos adorar y obedecer, y aun así buscamos muchas veces alguien a quien seguir y nos aferramos a una comunidad o un pastor para seguir, cuando nuestro pastor es Jesús.

De aquí podemos observar ciertas conductas del pueblo, de Moisés y de Dios mismo.

  1. porque el pueblo solicita dioses en ves de pedir un líder que los guíe, un gobernador o incluso un rey!

    1. El pueblo apenas llevaba algunos meses en el desierto y no dejaba aun su tendencia a la ´vieja criatura´ que nos llama de vez en cuando a volver a los viejos caminos que ya no debemos recorrer

    2. ´este moises´, la forma casi despectiva a la que se refieren a quien los lidero hasta sacarlos de 400 años de esclavitud, al escogido por Dios para sacarlos de tierra de esclavitud.

    3. Dios a pesar de estar tratando con un pueblo de dura cerviz, no cambia, Dios no nos ama por lo que hagamos o dejemos de hacer si no por ´por lo que somos!´, mas fácilmente nos cansaremos nosotros de nosotros mismos, a que Dios se canse de nosotros.

Después de este hecho viene una de las mas grandes pruebas de liderazgo de Moisés, en los versos 32:7-14 vemos como Dios ya sabia lo que había acontecido en el campamento, se refiere al pueblo como el pueblo de Moisés y ofrece a Moisés un nuevo pueblo para liderar una gran nación, a diferencia de lo que seria mas usual o de una reacción típica muchas veces, Moisés en ves de aceptar el ofrecimiento por demás merecido y atractivo de Dios, INTERCEDE!, le recuerda a Dios que es SU pueblo, que fue El quien lo saco de tierra de Egipto y le recuerda su promesa, declinando con esto el ofrecimiento de Dios, e intercediendo por un pueblo ingrato y de dura cerviz, Moisés no pide que omita el castigo, ora por otra oportunidad.

Podemos nosotros también interceder ante Dios a pesar de nuestras fallas, de hecho es nuestro deber interceder por los no creyentes, no apartarnos en nuestro mundo ´cristiano´ y dejarles a ellos fuera, eso no es de un buen líder, Jesús Oro por nosotros los que ahora llevamos la palabra de Dios a los demás desde antes de su partida estando aquí en la tierra, Mateo 17:7-11

Pero para orar o interceder por los demás y por nosotros mismos debemos aprender de Moisés quien “se atrevio” a abogar ante Dios por un pueblo que como nosotros, no lo merecía, pero lo hizo con fundamento, con argumentos tomados de Su Palabra, de igual forma cada vez que nos acerquemos a Dios con alguna petición, sea para nosotros a para los demás, recordemos siempre antes que nada los atributos de Dios,“lento para la ira y grande en misericordia”

Salmos 86:15-16 / 103:6-8 / 145:8-9